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Desarrollador: Treasure | Año: 2000 | Plataforma: Dreamcast
Aquí tenemos otra vez a Treasure haciendo de las suyas. Al principio parece que se les va la bola, pero no. Todo en sus juegos está estudiado al milímetro, no con el objetivo de ofrecer un espectáculo audiovisual, sino sólo y únicamente con el ánimo de divertir.
Diversión. Así dicho parece un objetivo fácil… pero nada más lejos de la realidad. Para hacer un juego divertido hay que trabajar con maestría en los dos ámbitos principales de la creación del juego: jugabilidad y desarrollo.
Pero esto, en muchos casos, pasa desapercibido. El número de juegos que ha desarrollado Treasure se pueden contar con los dedos de las manos, pero además de eso no han sido, no son ni serán superventas. Pero Treasure no ceja, es fiel a sus principios, y por ello nunca perderá al pequeño porcentaje de jugadores que disfrutan a rabiar de sus obras maestras. Y es que ésta es otra obra maestra, otra joya de la diversión: Bangai-o. Puede que os preguntéis si es mejor o peor que otros títulos similares. Pues bien, olvidaos de esa pregunta. Con Treasure nada de lo que utilizamos comúnmente para valorar los juegos es aplicable.
Los gráficos son una mera herramienta para llevar a la práctica el desarrollo del juego, obviando todo lo innecesario. Son unas 2D puras de espléndido colorido y bonitos efectos de luz y partículas para las explosiones; y la música acompaña bien a la acción, mantiene y eleva el espíritu distendido del “argumento” del juego.
Pero vayamos al meollo del asunto: el desarrollo. Nosotros manejamos al robot volador que da nombre al juego. Al pulsar en una dirección, el robot vuela hacia donde le indicamos, pero si dejamos de apretar el pad el robot cae al suelo por su propio peso. Podemos escoger entre dos tipos de disparos: autodirigido (se dirige automáticamente al objetivo) y “rebotador” (rebota en las paredes y en lo que sea), que corresponden respectivamente a los dos personajes del juego, Riki y Mami. Las fases son cerradas, es decir, podemos volar en cualquier dirección dentro de los límites del mapeado, nos podemos encontrar igualmente con espacios abiertos como con pasillos y recovecos, por lo que hay que usar el arma más adecuada en cada ocasión. También hay un botón de bomba, al pulsarlo saldrán simultáneamente y en todas direcciones (expandiéndose en círculo) muchos disparos del tipo que estemos usando en ese momento.
Por supuesto, en éstas fases hay una gran cantidad de enemigos volantes que nos regalarán una lluvia de balas, torretas de misiles y variantes, intentando impedir que lleguemos al final de la fase, donde se encuentra el jefe. ¿Cuál es, por tanto, el objetivo de cada una de las 44 pantallas? Llegar al jefe y destruirle. No hay más. ¿No hay más?
Por supuesto, es cierto que no a priori no hay otro objetivo más que ese. Pero aquí entra en juego tan traída y llevada profundidad jugable, unida al objetivo “secundario” (que luego se tornará primario) del juego: conseguir la máxima puntuación posible en cada pantalla.
Ésta es la clave: el número de disparos que salen del cuerpo del personaje cuando se pulsa el botón de bomba es directamente proporcional al número de balas enemigas que se tenga cerca. Es decir, que si te han disparado desde todos los flancos, no tienes escapatoria posible y estás a punto de morir… pulsas el botón de bomba, y ocurre la magia. Los disparos de la bomba, que en condiciones normales (sin enemigos cerca) son alrededor de 30 proyectiles, se convierten de golpe en 300, 400 y hasta 500 explosiones simultáneas en pantalla… BOOOOOOOOM!
En corto: cuanto más arriesgues, mayores serán las posibilidades de ganar. Concepto de aplastante sencillez, pero que ofrece una gran profundidad estratégica y de habilidad. Cuantas más explosiones, más posibilidades de que aparezcan frutas (items que dan puntos) cada vez más raras y que dan miles de puntos (por contraste a los 50 habituales).
Brillante, en definitiva. Todo esto nos conduce a jugar por puntos, y para facilitarnos la tarea, se nos permite escoger que pantalla (de las que nos hemos pasado) queremos volver a rejugar para batir nuestra marca o la de un colega. Y ni hablar ya de lo divertido que resulta…
Creo que hay poco más que añadir. Bangai-o es un juego imprescindible. Es jugabilidad. Es diversión. Es TREASURE.