<Nargond/160303>

El término arcade provino del nombre anglosajón de las salas de juego o recreativos, y ahora se usa para dar nombre al “supergénero” del videojuego que puede ser jugado en una máquina recreativa.

Definir qué es lo que es un arcade es complicado, ya que los puede haber de cualquier temática. Los límites respecto a otros géneros del videojuego son ciertamente difusos, así que quizás lo mejor será describir que es lo que los desarrolladores pretenden conseguir con ellos (lo logren o no lo logren). Vamos allá.

Un arcade siempre ha de estar limitado temporalmente, de manera que la partida más larga (pasarse el juego completo) nunca suponga más de una o dos horas a lo sumo. Puesto que con una máquina recreativa lo que se busca es lograr maximizar los beneficios (como en cualquier negocio), un jugador novato nunca ha de durar más de 10-15 minutos, para que así pueda jugar el mayor número de personas al día. Sin embargo, es un factor importantísimo fidelizar al jugador con la máquina de manera que siga jugando, así que además ha de ser accesible (sencilla y jugable) y divertida, también tiene que conseguir que el jugador avance cuanto más juegue. También resulta muy importante conseguir ser del gusto de la mayor parte del público posible, con un aspecto y temática (y periféricos, si los hay) atractivos.

Por tanto, las características básicas serían: un videojuego limitado temporalmente (se ha de poder completar en un tiempo razonable), con pretensiones de diversión y rejugabilidad. Sin más.

Las temáticas pueden ser variadísimas y pueden ser tratadas de cualquier modo, y se ha demostrado en multitud de ocasiones que casi cualquier cosa es factible de ser convertida en un arcade: golf, billar, simuladores varios o incluso juegos de rol; aunque hasta ahora las recreativas de más éxito en España suelen ser las de conducción y de disparo. Es gracias a la influencia de ese “desarrollo arcade” por lo que se consigue que cualquier género o temática se convierta en un verdadero JUEGO, sin más pretensiones, en el que poder competir una y otra vez tanto contra nuestros amigos como contra nosotros mismos, sin más animo que divertir de una manera inmediata. Sin embargo, en su lógica evolución (tanto de conceptos como de desarrollos) los arcades han ido un paso más allá, convirtiéndose en “algo más” que su mero objetivo comercial; se han convertido en una consistente forma de ocio, que enriquece a los jugadores que lo practican, siendo sin duda alguna (siempre en el caso de los buenos arcades) la forma de juego más complicada y profunda de la actualidad.

Sin embargo, el género arcade es sin duda el más difícil del mundo del videojuego, ya que es el que mayor esfuerzo supone a los programadores (hacer un buen arcade supone un tremendo trabajo conceptual y de desarrollo, aparte del técnico) pero que menos valorado es por el público no acostumbrado a los recreativos, que es mayoritario: el público de los videojuegos de consola. De hecho, en su paso al formato consola, es despreciado por su principal razón de ser: la duración. La gente no sabe ver más allá de las cinco pantallas del arcade de turno, y no valora su capacidad rejugable ni sus posibilidades jugables porque no es algo inmediato (descubrirlo requiere bastante esfuerzo al jugador de consola, poco acostumbrado a jugar por jugar, sin la motivación de avanzar en una historia). Y como añadido, ahora ni siquiera les motiva un impresionante apartado técnico, ya que las videoconsolas actuales están al mismo nivel que las recreativas, cosa que no había ocurrido nunca hasta hace cuatro años.

Al final, el arcade, el germen del videojuego, ha quedado relegado como “género” menor, en gran parte por culpa de las profundas raíces de desinformación que han plantado las publicaciones del sector… ¿será su progresiva desaparición una tendencia inevitable? Intentaremos evitarlo.